En una entrevista publicada en El País, se producía la siguiente conversación entre el entrevistado y el entrevistador.

El entrevistado era nada menos que Andrew McAfee, antiguo científico del MIT y director de la Iniciativa MIT para la Economía Digital

Pregunta: ¿Las entrevistas de trabajo no sirven?

Respuesta: no, no debes entrevistar a nadie. Son una pérdida de tiempo. Los departamentos de recursos humanos hacen lo que les dicen. Muchos de ellos no son muy creativos. Tenemos que trabajar duro para encontrar alternativas.

Pienso en la entrevista siguiente.

(Abrir entrevista a Andrew McAfee, en ElPais.com) https://elpais.com/tecnologia/2018/11/21/actualidad/1542755889_908518.html

¿Es una afirmación realista?

A veces es complicado discrepar de las opiniones tajantes dichas por personas inteligentes con fenomenales currículos. Sobre todo cuando estas personas han sido premiadas y se han convertido en muy poco tiempo en auténticos gurús con miles de admiradores.

Hoy toca uno de esos momentos difíciles.

Sencillamente, soy de la opinión de que el señor Andrew no tiene razón.

Por supuesto, cabe la posibilidad de que esta respuesta suya tenga un sentido más de buscar el impacto. La frase lapidaria tiene algo de marketing. Sabemos que eso vende libros y proporciona la adecuada dosis de reflexión al sistema. Además permite dar titulares sin complicarse demasiado las entrevistas.

Se pueden plantear desde diferentes puntos de vista. El primero, sería plantearse el alcance.

Digamos que resulta complicado que se hayan experimentado o imaginado todas entrevistas de trabajo para hacer ese dictamen tan vehemente. Dictamen que reconoce la falta de alternativas, por el momento.

El problema de los sesgos: las máquinas también se sesgan

Veamos otra perspectiva. Hay muchas posibilidades de que el algoritmo que realiza la selección haya heredado algunos sesgos de los humanos que los crearon ¡sin que un algoritmo disponga de sentido crítico para preguntarse si está padeciendo esos sesgos o no!

Nada menos, como se intuye en: (ver artículo en ElPais.com) https://elpais.com/tecnologia/2018/11/19/actualidad/1542630835_054987.html

Habría que sopesar dos veces si el problema de la falta de eficacia de las entrevistas de trabajo se debe a la entrevista como técnica, o lo que sucede es que esta técnica ha sido mal usada o viciada.

Seamos serios, si uno se golpea los dedos cada vez que usa un martillo puede ser que el martillo esté mal diseñado. O puede que se esté usando para algo para lo que no fue diseñado. O incluso puede que quien lo usa no lo sepa usar. Ejem.

Si se lee la entrevista se comprende que lo que a McAfee le preocupa es que “los departamentos de recursos humanos hacen lo que les dicen”. Bueno. Si hacen lo que les dicen, quizá el problema sea que los McAfees del mundo llevan demasiado tiempo diciendo a los de recursos humanos lo que tienen que hacer ¡y como hacerlo!

La endogamia de perfiles destruye la creatividad, pero esa endogamia la hacen las personas

Leer la entrevista supone darse cuanta de que los perfiles técnicos han invadido las entrevistas dando a entender que un buen técnico seleccionará necesariamente a otro buen técnico. La premisa es que ese podrá evaluar los conocimientos y habilidades en el área técnica que compete.

Hasta ahí, normal. Pero claro, las amenazas de las que habla McAfee se refieren a la reducción de creatividad relacionada con que esos técnicos sufren sesgos y terminan seleccionando perfiles tan parecidos a sí mismos que ala larga se están perpetuando endogamias en la organización que las paralizan.

Entonces ¿es culpable la entrevista? Quizá resulta que, como herramienta, se la entrevista está sesgando ya que ese factor de supervivencia en organizaciones de creatividad tecnológica no se está teniendo en cuenta?

¿Criticaríamos un lenguaje de programación porque los programadores que lo usan sufren sesgos? No creo.

Mi impresión tras leer la entrevista es que, sintiéndolo mucho por el señor McAfee, se encuentra sesgado por su formación intensamente ingenieril. Creo que no debemos viciar una herramienta válida introduciendo sesgos claros, y después quejarnos de que no funciona como debe.

La entrevista, incluyendo su versión “assesment centre”, lo que requiere es alguien que la sepa manejar, esté atento a las necesidades de la organización, y se complete con la evaluación técnica del ingeniero que trabajará con el seleccionado, pero no será necesariamente guiada por éste. Eso también es trabajar duro.